domingo, 15 de octubre de 2017

Soy Generación Timbiriche



Soy Generación Timbiriche....porque Timbiriche no fue solo un juego de unir puntos en la hoja de atrás de la libreta de Matemáticas mientras la maestra daba clase, porque Timbiriche no fue una novedad que seguir a los 10 años de edad ya que en 1982 los niños no sabíamos ni de eso ni de marcas,...Timbiriche fue mucho más que un juego, una moda, un grupo que imitar en los recreos o fiestas escolares.
Con Timbiriche crecimos, su música invocaba al juego de niños, al primer e inocente amor, a la imaginación, a una época en la que nuestra única preocupación eran los deberes escolares y el juego, con su música cerrábamos ciclos y poco a poco íbamos creciendo, transformando nuestra historia personal al ritmo de sus canciones. 
De la niñez divertida pasábamos a la adolescencia rebelde llena de dudas, cambios físicos y corazones rotos o correspondidos.  Aprendimos incluso a cantarle a nuestra patria con orgullo,  a expresar amor y agradecimiento a nuestra madre o nuestro padre a través de una canción. 
Sin prisa fueron pasando los años, fuimos cambiando, llegaron más responsabilidades, pero aún con todo eso, hoy en día basta escuchar  la simple nota de alguna de esas viejas canciones que nos lleve de nuevo a ser los niños que fuimos alguna vez, a brincar, bailar y cantar como si los años no hubieran pasado.
Soy Generación Timbiriche porque desde muy niña repetí una y otra vez que la vida es mejor cantando... y coreando esa frase tantas veces, aprendí que en las buenas y en las malas la música es un bálsamo para el alma, y si hay que llorar hay que cantar y si hay que reír hay que cantar.
Dicen que recordar es volver a pasar por el corazón y no puedo evitar evocar con cada canción a esa maestra de cara dura pero que nos enseñó tanto, a esa amiga del colegio que con su chispa nos hacía reir, al chico que nos derretía con su sonrisa, los domingos de mallas y blusón dando vueltas en el centro comercial, esos flecos encrepados, homberas y labios rosas. No existían las selfies ni las redes sociales que contarán los likes... solo una imagen frente al espejo o en el reflejo en la mirada de algun amigo,  pero siempre con esa música de fondo, cuyas letras transformadas en himnos nos hacían sentir que estábamos listos para salir a conquistar el mundo.

domingo, 14 de mayo de 2017

Que bueno que me gusta más la música...


Y al final, terminó mal, y no me refiero al marcador en contra sino a las malas actitudes y acciones que terminan en violencia, pero entonces y corrigiendo....todo empezó mal. 
Empezó cuando convertimos una afición en pasión, cuando caemos en provocaciones e incitaciones baratas que nos dejan resultados caros y cuando enseñamos a nuestros hijos que no hay nada mas importante que seguir al equipo de preferencia.
Algunas ocasiones han sido unos, otras veces han sido otros e incluso ha ido mas allá de perder o ganar porque la violencia se ha dado también, antes de iniciar un partido, con la guerra de palabras e insultos que muchos intercambian desde las redes sociales o como hace un año en el que aficionados de un equipo recibieron pedradas de parte de los seguidores del otro tan solo al llegar al estadio.
Que lástima que de un deporte tan hermoso se haga una batalla campal, física y verbal, en la que irónicamente los que pagan por disfrutarlo pierdan su integridad como si recibieran alguna recompensa de ello.
Nada justifica la violencia,  cuando hay violencia física olvidamos que también la hay verbal y que es tan poderosa como los golpes. 
Me avergüenza no como aficionada, porque realmente esto no tiene que ver con a quien apoyas,  sino como parte de la sociedad a la que pertenezco y en la que educo a mis hijos..... cuando pasan cosas así, agradezco que me guste mas la música que el futbol.

jueves, 20 de abril de 2017

Des-pa-cito...

 


Y ahí está, en mi cabeza, sin poder salir, clavándome punzadas en el cerebro con las misma frase, la misma voz, el mismo tono, y aún así asombrada, de que me siga gustando, vaya manera de ser masoquista,  de llevarme  "Pasito a pasito, suave suavecito....." y sigo subiendo al volumen cuando empieza a sonar y me sigue pareciendo maravilloso que siga saliendo una y otra versión de la misma canción, es más, no soy del todo consciente si mientras se repite de manera ininterrumpida en mi mente sonrío moviendo la cadera, el hombro, los pies o si cambio mi caminar de forma cadenciosa.
Incluso empiezo hasta sentirme culpable de tener una lista en Spotify con todas las versiones y empieza a asustarme la idea de que exista en versión banda porque correría el riesgo de agregarla también.
¿Cuál es la fórmula que hace que uno la cante, la baile, la tarareé el día entero y la siga escuchando hasta lo más hondo del inconsciente? Y lo más irónico de todo es que entre más pegada la traigo en el cerebro, lo que más me preocupa es que un día sin más,, así "despacito", pase del amor al odio de tanto escucharla.





sábado, 15 de abril de 2017

Mi Olvidado Blog



Cada vez que alguien me pregunta porqué deje de escribir, en mi interior respondo que de alguna manera lo sigo haciendo, en mis pensamientos, callada, sin dejarlo plasmado en algún papel o en mi blog tan constantemente olvidado que se llena de telarañas muy a menudo y de vez en cuando vengo a desempolvar aunque solo sea para releerlo.
Últimamente me da por guardar mis reflexiones para mí, porque después de tanto tiempo escribiendo en un blog, y con el intento de empezar de cero en otro (este) tratando de hacerlo más impersonal dejó de tener interés aun para mí misma.
Con el pretexto de que mi vida era tan aburrida empecé a callar muchas cosas que pensaba y sentía porque me di cuenta que me había vuelto tan transparente para los demás que las personas con solo saludarme ya sentían conocerme… y me asusté.  También porque ya no era yo sola, ya había un par de personas a las que tenía que proteger de mis ideas y alucinaciones locas que dejaba aventar al aire cada vez que escribía algo, después comprendí que no los puedo proteger de eso porque es con lo que viven día a día; quizá influyó también, que empecé a autocensurarme para evitar  quejas o reproches, para evitar ser analizada y cuestionada tanto cuando escribía lo real como cuando escribía lo imaginario, que aun para eso muchos de los que te rodean suelen buscar un “saco que ponerse”. También hay aquellos que te buscan directamente para indagar los detalles del porqué escribiste tal o cual cosa y era cansado, una vez que escribes y pones punto final, es como cerrar un caso y no querer hablar más del tema, pero no todos lo ven así.

Si en los últimos meses me hubiera dedicado a plasmar todo lo que ha pasado por mi mente podría asegurar que ya tendría un libro bien armado, porque a veces cuando nada te pasa es cuando en todo piensas, cuando todo lo meditas, cuando todo te cuestionas. Así que de pronto me da por romper el silencio y volver, sin saber cuánto me durará esta vuelta, pero con la intención de defender en voz alta lo que siento, porque lo que sentimos es realmente lo que somos.